Se rinde homenaje a la dignidad del hombre, acaso dentro de lo legítimo de su existencia, por donde circulan las pretéritas voluntades aplastadas por la ironía de la Historia. Acaso no sabemos ver la tragedía de los tiempos? Cuando levantamos las manos en unida presencia del dolor, se descarnan las victorias de unos y palidecen las miserías de otros, vencidos en los silencios de las noches, los miedos de siempre se esconden entre sigilos y llantos de tiempos. Historia sí, pero sumida en reflexión de equivocos y olvidos. No hay mayor pobreza que la fuerza de los ignorantes, menos mal que la bondad requiebra al ser y llega la generación del olvido, aquella que aunque se lo cuenten, lo ve de lejano y profundo. No en vano se refuerza las intenciones en dejarse ver y dominar un presente, aunque éste se amolden a los miedos y a la sumisión.
Arte que llega y te revela una estancia de golpes y coherencias, de voz brutal pero tierna de armonía en circunstancias de pliegues y prosodias. Arte que llama a las puertas de los tiempos, con otras palabras de destino, sin bosquejos ni apariciones, arte en definitiva con una sola voz a la esperanza, donde el indolente no encuentra ni sabe del mirar, que acaso a él no vaya la misiva de este concierto.
J. Antonio Segovía / Artísta, Crítico de Arte, Pte. Asoc. Fundación Segovia
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