
CUANDO ELLA NO ESTÁ
Siento frío en los huesos
aunque el sol acuchille las aceras
por donde bulle la multitud gris
que vive, indolente, ajena a su ausencia.
Cuando ella no está me cuesta ser yo,
y me hundo, y me odio, y me canso,
y tengo hemorragias de dolor
que tapono con trocitos de orgullo maltrecho.
Y todas las calles son empinadas,
todas las escaleras, de caracol,
y los peldaños hasta mi segundo piso
se vuelven infinitos y me miran
altaneros y desafiantes;
y el techo de mi habitación
cada vez más amarillo,
y yo, cada vez más negro,
y ella cada vez más lejos.
Por eso, cuando ella no está,
me cuesta tanto ser yo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario